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miércoles, 5 de febrero de 2014

Cuando una llama dilata una faringe.

Hoy me he levantado feliz. Me gustan los principios. Me gusta empezar de cero. Vale, es verdad tío, cuando tienes pasta es mucho más fácil.
No conozco a nadie aquí, pero gracias a Dios mi personalidad se ha abierto tanto como agujeros he profanado.

El caso es que ayer fui al super, y cuando la cajera me guiñó un ojo con claras intenciones sorbedoras, mi mente se fue unos años atrás, a un supermercado neoyorquino.

Llevaba allí un par de meses. Ya había conocido a Henry (sí, os hablaré de él porque él fue mi revolución). Un día de esos soleados fui a comprar con la agradable sorpresa de que la tipa que me despachó quería invitarme a una cerveza, (inocente de mí). Mascaba chicle. Vale, ya lo sé, el tópico de la guarrona haciendo aspavientos de boca con un chicle de menta. Pero juro que era verdad. (Si algo he aprendido es cuánto hay de verdad en las pelis americanas)

Mi nivel de inglés era poco más que el de una patata frita. Pero a prendí a saber comunicarme casi sin hablar. Cojones, si era capaz de entenderme con la vaca y mis gallinas, cómo no lo voy a hacer con una hembra humana.
Así que ahí estaba yo. En aquel café cerca de Central Park viendo como aquella guarrona con coleta alta se contorneaba hacia mí.

La cerveza duró poco porque el ansia de aquella chica era cual cerdo en un charco de mierda. Luego me di cuenta, por lo que vi, que solo quería chupármela.

Mientras la tía hundía su cabeza en mi pubis decidí poner en práctica lo que Henry me había dicho. Saqué mi peta de maría (que había guardado para la ocasión) y me lo encendí mientras aquella chica guapa seguía empeñada en mi felaguay. Sí, felaguay. ¿Qué pollas es eso de felación? Si eso es nombre de lesión o enfermedad. Que te la felen es guay, así que de ahora en adelante lo llamaré felaguay. 
Bien, ahí estaba la tía, murmurando gorgoritos salivares ininteligibles para mí (al menos en esa época) que más tarde descubrí que eran: "oh shit,(glu) your dick (glu) is so hard, (glu). Apenas me habló a mí directamente. Lo único que hacia era coger mi mano para que la agarrara del pelo. A la tía le iba la marcha, pa qué negarlo.

Pues sí, Henry me había dicho que una de las mejores cosas del mundo era fumarse un porro mientras recibes unos buenos trabajos orales, recordad que estaba conociendo mundo, me estaba espabilando y era un blanco fácil de convencer (era el pollo saliendo del huevo), así que la ocasión no podía ser mejor.
Saqué el porrito de la americana que llevaba puesta (la cual ni tiempo me dio a quitarme) y comencé a darle dulces caladas mientras recibía húmedas caricias. Y tan concentrado estaba en la boca de la chica y en el humo que salía de la mía que olvidé esa cosa que se llama ceniza, que de vez en cuando hay que tirar. Y quillo, ahí empezó la fiesta. Un poco de ceniza le cayó en el pelo con tan mala suerte que aquello empezó a humear. Incluso llegó a prender algo de llama. Yo me asusté un huevo, pero niño, la tía estaba ahí tan.... tan concentrá en lo suyo que no se dio cuenta. Ahí, dale que te pego.
Aproveché la mano con la que le estaba cogiendo el pelo para darle golpecitos e intentar apagarlo. Pero, no solo no lo conseguí, sino que se ve que a la menda le moló, se puso más cachonda y empezó a darle más duro a la vez que la llama se hizo más grande.

Me cago en Dios, pensé, me voy a correr y esta tía tiene la peluca ardiendo. Así que nada, from lost to the river. Le di más fuerte, cosa que hizo, no sé cómo cojones, aumentar su capacidad "buco faríngea" haciéndome una garganta profunda que flipas. 
Y así llegó mi momento de gloria, el estallido celestial que aquella mala bestia estaba buscando desde que me vio en el supermercado. 
Era la primera vez que me hacían una mamada con la cabeza ardiendo. Literalmente. Joder, pollas, si me podría haber encendido el porro con esa llama.

La tipa, después de eso, se limpió la boca, me dio un beso inocente y se fue echándome una media sonrisa. Eso sí, con unos pelos del carajo...
Me había hecho una mamada que flipas y ni siquiera se había enterado de que se le había prendido fuego la cabeza.
Obviamente, se lo trago todo.

La verdad es que ahora que lo pienso me hubiera encantado ver la cara de la illa cuando se mirase al espejo. Tiene huevos.
Por cierto ayer le pregunté al portero por esa chica, la del pelo rizado. Y ya sé donde vive. Sexto, segunda. Espero que le gusten los porros. Y el fuego.

Sí, quizás pronto vaya a pedirle un poco de sal...

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